La adolescencia es una época de cambio.
Hay una búsqueda de mayor autonomía, se despierta la sexualidad, nuevos vínculos, hay nuevas prioridades en las relaciones y se incorporan otros referentes: el grupo de amigos y amigas toma una gran importancia en el espacio vital y emocional. La identidad cambia, se redefine y por ello los límites se cuestionan: todo ello es parte de un proceso de adquisición de responsabilidad y madurez.
Los límites y las normas son indicaciones directas y concretas que nos regulan para poder relacionarnos y convivir
Los límites son la aplicación práctica de las normas, es decir, indicaciones concretas que nos señalan hasta dónde podemos llevar a cabo un comportamiento.
Son importantes porque además dan seguridad, ayudan a regular las emociones y a tolerar la frustración. Los límites dan orientación ya que nos recuerdan que no estamos a la deriva y también que no todo tiene que estar bajo nuestro poder y control.
Tipos de límites
Algo que ayuda en el manejo de normas y límites es tener en cuenta que no todos ellos tienen la misma importancia. Es clave que los padres, madres y otras personas que estén ejerciendo un rol tutor puedan hablar sobre qué limites y normas son importantes y cómo manejarlos. Por eso es fundamental que tengamos en cuenta que hay normas y límites:
- Esenciales- responden a aspectos básicos y no son negociables, como por ejemplo no permitir la violencia. Estos límites y normas son pocos pero vitales.
- Importantes: tienen que ver con comportamientos del día a día como hábitos o rutinas. Pueden tener cierta flexibilidad, es decir, se puede negociar algún matiz, lo cual es interesante porque nos permite trabajar habilidades de negociación y la toma de responsabilidad. Ej. La hora de llegada a casa habitualmente es una en concreto pero excepcionalmente se puede ampliar.
- Flexibles: son numerosas y necesarias para la convivencia pero también pueden ser negociables. Ej. es fundamental hacer las tareas de la casa pero hay flexibilidad en cuanto al momento de hacerlas.
¿Cómo manejar los límites?
Hay aspectos claves para que este proceso complejo sea constructivo para todas las personas implicadas:
- Facilitar que expresen sus sentimientos- a través de preguntas, con curiosidad y suspendiendo por un momento nuestro juicio negativo, para poder entender cuál es el sentido y el sentimiento que sostiene su comportamiento.
- Dar espacio para dialogar y negociar- es fundamental poder escuchar, decir que no o ceder, de una forma razonada y calmada, ya que inevitablemente somos un referente en su vida. Esto es interesante, porque además de generar un modelo de manejo de conflictos, le permitirá implicarse más en su propio proceso autonomía, asumiendo las decisiones de una forma responsable y no sólo con rebeldía o sumisión.
- Ser firme con normas y límites que son esenciales- es importante incluso cuando en otras familias el manejo de lo esencial tenga otros matices y nos comparen con otros modelos. En cada contexto hay un estilo propio, una propia identidad, que más adelante él o ella podrá definir a su manera.
- Valorar de forma positiva – reconocer y expresar aprobación por la buena marcha de la convivencia, o resaltar los aspectos que sí están funcionando bien.
Ante las dudas y los momentos difíciles es importante contar con apoyos.
Estos aspectos claves nos servirán de guía en momentos complicados. Que nos surjan dudas no es extraño; es algo que hace parte de los momentos de transición: es un proceso de cambio que además de afectar a nuestros hijos e hijas, también nos cuestiona aspectos propios y del sistema familiar. Por ello es fundamental que contemos con espacios para hablar con la pareja, si se tiene, o con personas de confianza, para resolver dudas y sentir un sostén en estos momentos importantes. Hay procesos que se bloquean o se hacen especialmente difíciles: la terapia proporciona apoyo y herramientas para padres, madres o parejas en el manejo de esta etapa crucial de crisis y cambio.
-Belén Pizarro-