Los motivos por los cuales vamos a terapia son muy diversos. Pueden tener que ver con la voluntad que las personas tenemos de conocernos más a nosotras mismas, resolver conflictos pendientes y querer crecer personalmente.
La terapia ofrece apoyos.
Otras veces, la decisión tiene que ver con pérdidas de relaciones y/o seres queridos: familiares, pareja, amistades; pérdidas de salud, de raíces, valores o cambios en la identidad; crisis laboral, económica o pérdida de trabajo. Son situaciones complejas que nos hacen sufrir y cuando llegan, nos encontramos en la posición de hacer algo con esta realidad que estamos viviendo. Ello implica contar con apoyos e incorporar herramientas para afrontar estas situaciones.
Necesitamos a otras personas.
No siempre es fácil: vivimos en una sociedad con valores asociados a un individualismo que en ocasiones es cruel. La autosuficiencia aparece hoy en día como un valor de éxito personal, pero esto no nos ayuda mucho. Vivimos en una “autosociedad” -el prefijo “auto” está de moda-: autoapoyo, autoconomiento, autodefensa, autopromoción, etc. En este contexto, un contexto de soledad, es difícil aceptar que pasamos por momentos de crisis y que necesitamos apoyo, necesitamos de los demás.
Las personas nos construímos en relación y nos enriquecemos a través de los compromisos y “dependencias” que tejemos: gracias a ellas construimos nuestra identidad.
Nuestras heridas tienen que ver con el amor, con nuestras relaciones, con crisis y pérdidas que afectan de manera importante a nuestra identidad: quiénes somos o “deberíamos ser”. Cuando sentimos dolor, podemos reaccionar de diferentes maneras: bloqueándonos, sintiendo culpa, angustia, podemos huir y abandonar, volvernos demandantes e invadir… Las situaciones que hacemos frente son tan complejas que a veces nos atrapan y no logramos atravesarlas por eso, cuando vamos a terapia, buscamos un cambio.
La terapia es útil.
La terapia es un espacio de no juicio, de seguridad, en el que podemos “parar” y escuchar; un espacio que nos proporciona apoyo y herramientas para darnos cuenta de qué nos pasa y de las dinámicas en las que estamos participando. Así, podremos saber qué necesitamos y hacer algo para lograrlo. La terapia es una inversión en bienestar a corto, medio y largo plazo.
-Belén Pizarro-